8 de diciembre de 2011

Pensar que no lo recordaba.
Había vuelto a verlo y me chocó. 
No porque me gustara, no porque había pasado algo, no porque nada. Solamente por el hecho de habernos cruzado después de tanto tiempo.
Fui demasiado tímida como para hablarle de mi vida y preguntarle sobre la suya, de más está decir que no estuvimos solos como para poder llevar una conversación productiva.
Pero haberlos vuelto a ver, me recordó mi infancia. 
Aquella infancia hermosa que había pasado. En aquel tiempo no me importaba una mierda, a nadie nos importaba esa clase de mierda, la superficialidad, o lo que sea que haya convertido ésta generación en un desastre. Sin embargo, como no quiero empezar a putear, voy a seguir hablando sobre lo lindo que fue recordarlos, recordar a mis antiguos compañeros del jardincito, mis antiguas amistades...
La que ahora es mi mejor amiga, me odiaba cuando íbamos al jardín. La persona de la que ayer fui a la casa, no me hablaba porque era la mejor amiga de mi mejor amiga actual. La que yo creí que estaría conmigo todo este año, resulta ser una falsa e hinchapelotas. La que era mi mejor amiga en la primaria, a penas me saluda (y no me importa). La que había visto el primer día de clases y me había trasmitido confianza, me había contado cosas que sí eran de confianza y me alegraba la existencia saber que me la había ganado.

En fin, las cosas cambian. Muchas para mal, claro, pero si miro el lado positivo me alegra haber conocido personas así, personas que ahora no me hablan, personas que son falsas conmigo solo por tener amigos en común, no me interesa... ¿saben que me interesa? ESOS amigos en común, que por más que no me consideren una de sus mejores amigas, me hacen sentir bien todos los días.
Y a juzgar por cómo fui yo todos estos años —depresiva, pesimista, antisocial, estúpida— eso no se paga con nada.


¿Se dieron cuenta de lo que dije? si miro el lado positivo.