No lo sé, nunca tuve un amigo de verdad. Uno que si le dabas, te aseguraba que algo ibas a recibir [no literalmente]. Alguien que no temiera demostrarte afecto, que te jugara bromas y que te sacara
una sonrisa cuando estuvieras mal y todas esas cosas que suelen hacer los
amigos... o que se supone que hacen.
¿Es tan complicado? Si yo suelo ver pares de amigos en el colegio, que están juntos, todo el tiempo, comparten los sándwiches, se ríen, corren, se toman de las manos, hablan. Pero hablan los dos. No es que lo hace uno y el otro solo debe escuchar, no. Sino que hablan ambos, ¿por qué yo no puedo hacer eso con ningún amigo?
No puedo comer un sándwich con nadie porque todas pretenden hacerse las “me estoy cuidando y sufro mucho”, no puedo reírme con nadie porque todo es un embole. No puedo hablar de par en par con nadie porque siempre son ellas las que hablan.
Y yo, la boluda, la que siempre escucha.
Entonces quizá sea ese mi trauma.
Al no sentirme nunca escuchada ni comprendida, me guardo las cosas para mí, total ¿de qué sirve molestarme en decir algo productivo?
En fin, basta de victimización, el punto es que no sé si soy yo la errada que se ilusiona demasiado con las historias de las amistades, o si de verdad no tengo ningún amigo verdadero. Tengo muchos, si, ¿pero quiénes realmente están cuando se los necesita? ¡Y yo no es que ande diciendo, por ahí, todos mis problemas! ¡O que ande gritando que necesito alguien que me escuche! No, nada que ver, y no voy a hacerlo nunca. Porque si alguien no siente la necesidad ni tiene la obligación de escuchar mis problemas, no lo voy a incitar a que lo haga. Pero se supone que, si yo estoy para vos, no me hagas sentir que me vas a dejar en banda en la primera de cambio, o en el primer otro amiguito tuyo que se te cruce. Y, en lo posible, intenta tratarme como una amiga, no como si tuviera una mente inferior.
O puede que sea yo la que me vea como una mente inferior.
Quién sabe, ando tan baja de autoestima, que necesito un amigo.
¿Es tan complicado? Si yo suelo ver pares de amigos en el colegio, que están juntos, todo el tiempo, comparten los sándwiches, se ríen, corren, se toman de las manos, hablan. Pero hablan los dos. No es que lo hace uno y el otro solo debe escuchar, no. Sino que hablan ambos, ¿por qué yo no puedo hacer eso con ningún amigo?
No puedo comer un sándwich con nadie porque todas pretenden hacerse las “me estoy cuidando y sufro mucho”, no puedo reírme con nadie porque todo es un embole. No puedo hablar de par en par con nadie porque siempre son ellas las que hablan.
Y yo, la boluda, la que siempre escucha.
Entonces quizá sea ese mi trauma.
Al no sentirme nunca escuchada ni comprendida, me guardo las cosas para mí, total ¿de qué sirve molestarme en decir algo productivo?
En fin, basta de victimización, el punto es que no sé si soy yo la errada que se ilusiona demasiado con las historias de las amistades, o si de verdad no tengo ningún amigo verdadero. Tengo muchos, si, ¿pero quiénes realmente están cuando se los necesita? ¡Y yo no es que ande diciendo, por ahí, todos mis problemas! ¡O que ande gritando que necesito alguien que me escuche! No, nada que ver, y no voy a hacerlo nunca. Porque si alguien no siente la necesidad ni tiene la obligación de escuchar mis problemas, no lo voy a incitar a que lo haga. Pero se supone que, si yo estoy para vos, no me hagas sentir que me vas a dejar en banda en la primera de cambio, o en el primer otro amiguito tuyo que se te cruce. Y, en lo posible, intenta tratarme como una amiga, no como si tuviera una mente inferior.
O puede que sea yo la que me vea como una mente inferior.
Quién sabe, ando tan baja de autoestima, que necesito un amigo.